Cepillarse los dientes es un hábito que todos deberíamos adquirir, lo ideal sería hacerlo 3 veces al día. Pero si hay una ocasión en la que está prohibido olvidarse, es por la noche. Esto se debe a que disminuye el flujo de saliva, así como se reducen los movimientos de la lengua, mejillas y labios, por lo que va pareja a la disminución del efecto de lavado que estos ejercen sobre nuestra boca y sobre los restos de alimentos. Al saltarnos este cepillado, los alimentos estarán en contacto con nuestros dientes y nuestras encías durante toda la noche.
¿Cuántas bacterias nos podemos encontrar en la boca? ¿Son todas malas?
En nuestra boca se encuentran unos 600 tipos de bacterias. Algunas son buenas, ya que nos ayudan a mantener el equilibrio de la flora, pero otras predisponen a enfermedades como la caries, la gingivitis y la periodontitis. Estas bacterias, intentan fijarse continuamente a nuestros dientes y es la saliva, la lengua y el cepillado los que se lo impiden.
Ahora llega la pregunta: ¿Es más efectivo cepillarnos justo al acabar de cenar o es mejor esperar a irnos a cama?
Cepillarse después de la cena es técnicamente mejor para los dientes que el cepillado previo a acostarse, porque se aporta fluoruro, mediante la pasta de dientes, que actúa durante más tiempo para fortalecer la dentadura.
Toda regla siempre tiene una excepción...
Una cena a base de alimentos ácidos (cítricos, lácteos fermentados, vinagre o tomate guisado), provoca una alteración en el pH, por lo cual es recomendable esperar media hora para llevar a cabo el cepillado, cuando el pH haya vuelto a la normalidad y así evitar el desgaste por los ácidos. Además, si esperamos esa media hora, realizaremos el cepillado en el momento de mayor actividad bacteriana.
